jueves, 29 de julio de 2010

Los filibusteros de las prepagas

El sistema de salud en Argentina tiene tres patas: los hospitales públicos, según el sistema francés; las grandes obras sociales, al modelo alemán: y por último las prepagas, el gran descubrimiento yanqui y entre nosotros, como no podría ser de otra manera, invento de los '90, del winnie poo y de las relaciones carnales. En aquellos años, para denostar lo público, se decía que toda actividad requería "regar el arbolito". Pues ahora, ese arbolito fue privatizado y hay que seguir regándolo.

Contrariamente a lo que repite el mito, las obras sociales sindicales no son un invento del peronismo sino del dictador Onganía, quien mediante un argumento imposible de rechazar (un cañonazo de millones de dólares), quiso comprar a los gremios cercanos al peronismo mediante la ley 18610, octubre, 1970. Ya se había producido el Cordobazo. Vandor se preparaba para repetir la hazana de El Galeao. Perón simulaba conducir el movimiento.

Esa, la de arriba, es sólo una descripción que no explica nada de nada. Uno podría pensar que las "patas" funcionan bien, se complementan, pero no es así.
Del trípode, y suponiendo que la atención de, por ejemplo, los hospitales públicos de la CABA sea de excelencia y uno no tiene que llegar a las 3 de la mañana para, con suerte, conseguir un turno, las prepagas son el lado abominable del sistema. Si recurriendo al diccionario de sinónimos de Barcia, o al más modesto del Word, agregara otros adjetivos como atroz, intolerable, ominoso, monstruoso, o nefasto, no aclararía tanto como si escribiera con todas las letras, y lo hago, que son unos reverendos hijos de puta. Jamás antes de ahora he recurrido a semejante degradación del lenguaje, ni siquiera en una de mis notas levantada por el compañero Varela Cid en su página: para leerla hay que desembolsar dos dólares y en ella, lo anticipo, no se devela el misterio de Cuarto Amarillo.




Cuadro de situación:

1. El proceso de desindustrialización iniciado en el 76 y profundizado en los '90 redujo a los otrora poderosos sindicatos industriales en favor de los de servicios. Muchas nuevas actividades inclasificables engrosaron el gremio de Comercio. De fondo, la discusión de agruparse por rama o actividad. A ver, en la Ford funcionan varios sindicatos: esa atomización reduce el poder de negociación, obvio. Por ejemplo: trabajadores que manejan enormes máquinas impresoras de facturas de servicios y resúmenes de cuenta de bancos, o diseñan soportes informáticos, por caso el caso de la española Azertia-Indra, están afiliados a Comercio. El crecimiento del sindicato de Camioneros es otro ejemplo. Muchas otras actividades han quedado en la nebulosa, y por el bajo nivel de solidaridad laboral, es la empresa la que decide a qué obra social se deben afiliar sus empleados.

2. Para el caso, una de estas empresas, de actividad inclasificable relacionada con la informática pero también con las telecomunicaciones, contrata a la prepaga Osim. ¿Qué es Osim? Una oficina con un teléfono, o muchos, y un infaltable 0-800 con una voz grabada que nos va guiando por... distintas obras sociales. "Si usted está afiliado a.... marque 1", y así. Osim, sin embargo, tiene un área estratégica: la auditoría. Oficina, señorita de voz amable adiestrada como se adiestra a los vendedores de YAME-YÁ o a los del área de prevención de suicidios en la CABA, y un auditor que se ocupa de lo único que realmente interesa: el costo. Para la telefonista, la consigna es: Paciencia.

3. La prepaga Osim es una gerenciadora que contrata a distintas sub-gerenciadoras (para el caso, Visitar), que a su vez contrata a específicas sub-sub-gerenciadoras (para el caso, Mensana). Ninguna de ellas tiene un solo médico entre su plantel, pero sí contrata especialistas constituidos en monotributistas. Estas especialidades incluyen la medicina general (clínicos), hospitales generales o con alguna especialidad, y las emergencias, cada una de ellas empresas individuales. El sistema no está abandonado a su suerte: el Estado controla a través de la Superintendencia de Salud.

4. Todo parece perfecto. En el caso que nos relataron, un adulto afiliado (por la patronal) a la prepaga OSIM presenta un problema psiquiátrico. Hay o habrá cuestiones genéticas, estructurales, familiares, o lo que fuera, pero hay un desencadenante: la empresa donde trabaja, la que contrató a OSIM, anuncia que cerrará sus puertas en los próximos meses, con lo cual la prepaga tiene que aguantar 3 meses. La situación psiquiátrica deriva en sucesivas crisis de alcoholismo. EN medio de una de esas crisis, con el paciente internado en la guardia de un hospital público, el psiquiatra que lo atiende sugiere la inmediata internación, y lo escribe. Luego, un psiquiatra coordinador (al parecer de varias sub-gerenciadoras) también elabora un informe aconsejando la inmediata internación. Y presenta el tal informe, o lo hace circular por la gerenciadora, la sub-gerenciadora y la sub-sub-gerenciadora.
Surge un primer obstáculo en el terreno de lo real y en aquello que se debe proteger: el paciente no tiene ninguna voluntad de internarse.

5. Miembros de la familia se comunican con Osim. Quienes los derivan a Visitar, quienes los derivan a Mensana. Luego, el camino inverso: de Mensana a Visitar a Osim. Un médico coordinador se comunica con ellos y les sugiere la elección de una decena de centros especializados que figuran en una página web. La lista se reduce a tres centros: A, B, y C. Un ejecutivo de Osim llama a los familiares y aconseja una visita inmediata al centro D. "Todo está arreglado", informa el ejecutivo. A su vez, el médico coordinador también se comunica y hace una extraña sugerencia: "no espere a la obra social, intérnelo ya en cualquiera de los centros de la lista, el que usted elija, y después vemos. Pero quédese tranquilo porque el tratamiento está previsto en el PMO".
Un "después vemos" para un paciente que paga su obra social, descontada por recibo de sueldo. Un tratamiento que, en forma privada, sale muyyyyyy caro.

6. Primera entrevista del paciente, acompañado por sus familiares, al centro D. Es recibido por un psiquiatra y luego por un psicólogo especializado en adicciones. Luego de una larga charla, ambos profesionales coinciden en reconocer la gravedad de la situación y aconsejan (en la medida en que el paciente no reconoce la necesidad de internación) que se haga un tratamiento ambulatorio denominado Hospital de Día, al que definen como una internación sin pasar la noche en el establecimiento. Dicho lo cual, ponen por escrito lo aconsejado y hacen firmar al paciente y al familiar que lo acompañó.

7. Osim, a través de su ejecutivo, parece seguir paso a paso la cuestión. Y aconseja que se recorran todos los centros que se consideren adecuados. Se sucede entonces la primera entrevista del paciente, acompañado por sus familiares, al centro C. Se repite el mismo esquema, el mismo diagnóstico, el mismo consejo, pero no se vuelca por escrito.

8. Con la experiencia acumulada en los centros D y C, y teniendo en cuenta que el D fue indicado por la propia obra social Osim, los familiares del paciente se dirigen al ejecutivo de la obra social expresando su voluntad de elegir precisamente el que había indicado Osim, es decir, el C. O en otras palabras, ningun a actitud rebelde, nada de creer que se está haciendo la revolución ni tomando el Palacio de Invierno.
La respuesta fue: "no, imposible, los médicos indicaron en su informe la inmediata internación, y esos centros, si bien usted me dice que la modalidad hospital de día es similar a la internación, aquí el informe dice específicamente internación inmediata y según el nomenclador de salud, son dos cosas distintas. Hable con los médicos para que cambien el informe. Nosotros así no podemos hacer nada".

9. Los médicos se niegan terminantemente a cambiar su informe original. Es como si hubieran aconsejado primero una apendicits aguda y ahora un ligero dolor abdominal no específico. Y menos si se los sugiere un lego: ¡cómo a ellos, alguien osa...!!!

10. El estado del paciente, la emergencia, no tolera denuncias a Defensa del Consumidor, a la Superintendencia de Salud, ni denuncias penales por abandono de persona, estafa, etc., y menos todavía poner al paciente bajo la jurisdicción de un juez, ya que uno, curtido, puede sospechar que la justicia no funciona mucho mejor que el resto del Estado, y una medida así es un camino sin retorno.
Y dejemos de lado si uno está de acuerdo con ser tomado como "consumidor", sabiendo que la OMC considera "mercancía" a la salud y a la educación. Y dejemos por un momento de lado si el Estado está efectivamente ausente en el control de este negocio.


Se abren varios caminos ninguno de los cuales contiene lo principal, el paciente:
sacar cartas en los diarios, mandar a Crónica TV, efectuar las mencionadas denuncias a entes estatales, iniciar acción penal, recurrir al Chavo, fabricar una bomba con C4.
Pero aún tomando cualquiera de estos caminos, lo que se ve aquí es
DESPROTECCIÓN


2 comentarios:

Sujeto de la Historia dijo...

Hola Jorge
En la medida en que la Salud sea una mercancía, y nosotros seamos a la vez consumidores y objetos a llevar al mercado, la desprotección será la constante.
Con respecto a la cuestión de la internación (o no) ligada a cuestiones psiquiátricas, habitualmente se toma esa decisión si hay elementos que hagan presumir que hay peligro de que el paciente se haga daño a sí mismo o a los demás. En estos casos se lo evalúa también con la familia (cuando hay, y cuando están un poco mejor que el paciente...
No contamos con elementos diagnósticos para suponer si lo correcto era una internación o la asistencia a hospital de día, ya que además de la cuestión psicopatológica en sí, hay que ver si tiene un medio familiar "continente", o si por lo contrario, es francamente iatrogénico.
Te imaginarás, entonces, con cuadros que presentan estos niveles complejos de factores a evaluar, el festín que pueden hacerse estos chupasangre...
Saludos

Eva Row dijo...

Yo creo Jorge, que así como no les valió a los milicos la excusa de torturar y matar por "obediencia debida", no debería servirle de excusa a ningún empleado ni médico burócrata el no tener sensiblidad frente al sufrimiento humano, porque así lo organiza el sistema.
Yo fui una vez, de muy jovencita, secretaria de Gastroenterología del Hospital de Niños. Atendía al público, explicaba ciertos análisis que mandaba hacer el médico a las madres, daba turno, ponía las historias clínicas en los consultorios. Todo era muy burocrático. Cosa que yo veía que estaba mal hecha, simplemente la cambiaba. Porque a mí me parecía mal, porque estaba mal, y yo me negaba a la obediencia debida a la burocracia.

Constantemente llegaban al mostrador madres que habían venido con sus hijos desde muy lejos, que a lo mejor habían pedido permiso para faltar al trabajo para ir a la guardia médica. En la guardia atendían al chico y le mandaban que pida turno en Gastroenterología. El turno se daba para dos semanas después. Muchas veces el médico no tenía tantos pacientes como usar todo su tiempo y el tiempo les sobraba. Sin que se enteraran los médicos, yo les metía a esas madres en la misma fecha, como para que las atendieran en ese mismo día. Los médicos se daban cuenta, me miraban y se reían por mi travesura. Si no fuera porque estaba yo ahí, con coraje para hacer lo que corresponde, esas madres debían volver a venir mientras el médico tenía tiempo de sobra.
Una vez un médico estaba leyendo el diario, ya vacío el consultorio y sin pacientes. Yo entré y le dije que había llegado una señora con tres chicos. Déle turno para la semana que viene me dijo. Pero usted está leyendo el diario en horario que tiene que atender a la gente le dije. Con muy mala cara me dijo que la haga pasar. Yo tenía 17 años y no pensaba vivir en un mundo como el que se me presentaba a los ojos sin involucrarme con toda la fuerza de mi indignación. No entiendo cómo nadie se da cuenta de que si las cosas funcionan así, alguna vez vamos a ser nosotros las víctimas.