El otro subgénero, que francamente me apasiona, es el de los zombies, los muertos vivos.
Éste me parece mucho más rico en matices, en metáforas, en lecturas. Lo que marca mi preferencia por éste último es una característica distintiva del anterior: acá no se trata del maligno supremo: el sujeto en cuestión es el humano mismo. Pero, adelantémoslo desde ahora, no vamos a hablar desde el Psicoanálisis sobre la muerte, sino ensayaremos algunas metáforas, algunas lecturas que podríamos desprender.
Conociendo muchos protagonistas de la vida política argentina, guiarnos por el género del terror no parece una elección desacertada. Veremos a dónde nos conduce.
A pesar de haber infinitas versiones sobre los muertos vivos, casi todas tienen su origen en una extraña infección, de origen desconocido, que causa la muerte de los infectados, pero que, posteriormente, hace que revivan. Ahora bien, ¿Viven?. Es éste el primer punto a discutir; en realidad, difícilmente pueda aplicársele ese término, porque en su reanimación lo único que los hace parecer vivos es un ansia devoradora, la ira con la que se entregan a su festín caníbal. El moverse, el ejercer su voracidad, les da una apariencia de vida, una cáscara vacía. No dejan de ser muertos por ello, porque no tienen vida propia.¿Alguien podría imaginar a cierta diputada, especialista en fundar partidos políticos, a los que luego devora, construyendo, haciendo algo positivo ?
No deberán los vivos olvidar las cartas a las embajadas, las profecías apocalípticas y sangrientas en las que se preparaban emboscadas a las caravanas de las 4x4; ni tampoco el fin por linchamiento a los Ceacescu vernáculos, o el deseo de viudez. Tantas dentelladas se le han soportado: es la muerta viva por excelencia: sólo el odio y su ansia devoradora sostienen la ficción de su vida política.
De todos modos, y muy a su pesar, cuando ésta diputada, otra que la sigue( al decir de un amigo "con fidelidad canina"), el capitoste de turno de la Rural, o la empresaria apropiadora de bebés atacan con toda su furia, nos quedamos con la tranquilidad de saber que estamos lo suficientemente vivos, y por el buen camino.
¿Cómo no ver la similitud del comportamiento del Grupo A en el Congreso con la imagen de los zombies deambulando, con el único interés de encontrar qué devorar ? Un sello distintivo es justamente que no tienen propuestas propias, sino conductas reactivas: "se oponen a", no proponen.
Quizá alguien pueda decirnos que es exagerado y maniqueo efectuar esta comparación con ciertos personajes. Y es posible que así sea; ocurre que la ferocidad de sus embates, muchas veces carentes de sentido no ya político, sino elementalmente común, el afán irracional a oponerse a lo que sea, remeda demasiado a este género de terror como para poder sustraerse a la tentación. Por supuesto, no nos referimos en los mismos términos a la totalidad del conjunto opositor; es claro que hablamos de un amplio y selecto grupo fácilmente reconocible: los que circulan de un programa a otro de las empresas de comunicación concentradas, repitiendo hasta el hartazgo el libreto asignado.
Argentina tiene una excepcional riqueza de muertes reales significativas: Perón, Evita y el Che, los desaparecidos. Carrasco, Kosteki y Santillán, Fuentealba, Jorge Julio López, Mariano Ferreyra y tantos otros. Estos han sido muertos que han trascendido a la vida en el recuerdo, son la prueba del triunfo sobre la muerte; si la muerte es la inmutabilidad, la imposibilidad del cambio, ellos vienen a atestiguar que han dejado marca. Son Nuestros Muertos, los llevamos incorporados, justamente porque los sabemos irremediablemente muertos.
Los otros, los muertos vivientes, a su manera, constituyen una metáfora fallida: mientras algunos muertos, auténticos, reales, reviven en el espíritu de los que están vivos, alimentándolos, nutriéndolos con su ejemplo, ellos, los falsamente vivos, constituyen su contracara: pretenden alimentarse de lo viviente, para sostener así su propia apariencia de existir. Quizá en este punto sea pertinente la imagen de quien ha llegado a la vicepresidencia, y que construye su carrera política sobre el terreno de la traición. ¿Quién lo hubiera conocido, qué notoriedad pública habría alcanzado este mediocre si no hubiera existido la traición ?. Lo espera, de todos modos, el destino de los parias. Nadie quiere a un traidor.
Otra característica de los muertos vivos es su carencia de referencias morales y éticas: como la voracidad es su única guía, no deberían sorprendernos los intentos para desfinanciar al Estado en ocasión de uso de las reservas del BCRA para desendeudarse, o la operación mayúscula de clientelismo y engaño artero con el 82% móvil, etc. Lo importante es morder al Estado kirchnerisma, arrancarle pedazos, debilitarlo.
Algunos muertos vivos, que en el pasado eran amos del infierno de la ESMA, terminaron de morir en completa soledad, su pasada omnipotencia reducida al estado vegetativo. Lástima grande, hubiese querido para él una larga y agónica sobrevida, tediosa e indigna.
En algunas películas, le otorgan a los muertos vivientes una cierta capacidad evolutiva: algunos aprenden a escribir, y reclaman para su banquete caníbal un muerto a voces. Otros de su especie, menos evolucionados, pero rigurosamente prácticos, le obsequiaron el cadáver de Mariano Ferreyra. No vamos a olvidarlo, nunca. Ni el pedido, ni el cumplimiento.
Los Muertos Vivos en Argentina han aprendido a usar máscaras: algunos congresistas, jueces, empresarios, periodistas, políticos, sindicalistas, esconden el verdadero rostro, ocultan sus colmillos bajo un semblante de republicanismo, consenso y seguridad jurídica, acechando los puntos débiles, esperando el momento oportuno. Durante años se han mimetizado, aparentando ser seres vivos, y han devorado incontables puestos de trabajo, le han comido la esperanza a millones de compatriotas, han desgarrado sus sueños. Pero, paradójicamente, hubo alguien que murió hace muy pocos días, y produjo un efecto fenomenal: comenzó a multiplicar, en los vivos, la conciencia de estarlo, y forzó así un contraste mucho mayor con los muertos vivientes. Ya no se puede alegar inocencia...
Será entonces, tarea de los vivos, comenzar a reconocerse entre sí a pesar de sus diferencias, aceptarlas, e integrarlas en síntesis superadoras; comenzar a distinguir claramente entre quienes, sin pensar igual, buscamos el mismo destino: la vida, con inclusión plena, con dignidad, con futuro. Vivos, bien vivos, y honrando a nuestros muertos.
5 comentarios:
Estas absolutamente en los correcto cotizacion dolar
Sujeto,
no quiero pasar al objetivo del texto sin detenerme primero en el texto mismo, en el soporte de la idea. Me es un placer leer cómo vas construyendo un relato que va largando datos para confluir en una tesis. Vuelvo a decirte, es un placer ese estilo de texto que te va llevando hacia un concepto, hacia una idea, suavemente, mientras la idea se va probando. Gracias otra vez Sujeto.
Hola Eva
Muchas gracias por tus palabras.
En verdad, este post fue hecho por diversión; fue la mejor imagen que se me ocurrió para describir a buena parte del Grupo A, y su manera tan rudimentariamente destructiva de hacer política opositora.
(Además, no me digas que la de la foto no es parecida a Carrio cuando guiña el ojo...)
Un cordial saludo
¡Escalofriante!
Yo que Rossi le cambiaba alguna coma al texto, como pide el Gil Lavedra... , para dar algo de comer a los zombis.
Saludos,
Eduardo.
Hola Eduardo
El tema es que a éstos le das algo de comer y no te los sacás más de encima: imaginate la escena de Giudici queriendo pegarte un tarascón, o Fernandito Iglesias (en estos dos casos, además de convertirte en zombie, te transformás en obsecuente)
Ahhhhhhhhh!
Un Abrazo
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