Somos personas, no productos del mercado. No soy sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién se lo compro.
Por todo lo anterior, estoy indignado. Creo que puedo cambiarlo. Creo que puedo ayudar. Sé que unidos podemos.
Sal con nosotros. Es tu derecho.
Así termina el manifiesto de la plataforma Democracia real ya, los famosos indignados de la sociedad española.
¿Y esto qué? ¿Va en serio?
Ya nadie confía en los políticos, ya nadie confía en los sindicatos, sólo falta que empiecen a gritar que se vayan todos... Así empezó en Argentina a fines de los '90 y estalló en 2001. Mucha gente empieza a preguntarse si esto va camino de terminar del mismo modo.
Antes que nada debería quedar claro que quienes están en la calle no son sólo los jóvenes. Son los más ruidosos, es posible, pero muchísima gente de 30 años, 40, incluso más están también allí, codo a codo con ellos.
Permítanme decirles que si leen la situación de España en términos argentinos no van por buen camino. Tiene muchos puntos en común, es verdad, el tema económico claramente, que como resultado de años de políticas neoliberales, pero sobre todo la destrucción de la capacidad de decisión del estado, ha resultado en la degradación de la calidad de vida de millones de españoles, afectando fuertemente a la juventud.
Aquí conviene resaltar que, pese al obstinado ocultamiento de los medios de comunicación adictos al régimen del mundo libre (de justicia), el modelo de solución de la crisis islandés se difundió entre la población española, básicamente gracias a las redes sociales. Y se empieza a escuchar con insistencia, afortunadamente, que la definición de salida de la crisis en la que se encuentra España, debe seguir el ejemplo islandés.
Sin embargo en términos políticos es un poco más complejo. Evidentemente los españoles, aunque somos primos, son un poco diferentes, básicamente producto de una historia y una memoria histórica también diferente.
Leemos a José Manuel Campa, secretario de Estado de Economía, decir muy suelto de cuerpo: "Queremos transmitir a la gente joven que éste es un proceso de ajuste necesario" y que "su situación económica mejorará en 10, 20 y 30 años", después de insistir en que el Gobierno "está haciendo todo lo posible para salir de esta situación".
La oposición política, el PP, un partido de derecha, impulsor original de las políticas económicas que han llevado a España al sitio en el que está, parecen creer de acuerdo a sus declaraciones que pueden rentabilizar en términos electorales esto, ya que especulan con un alto abstencionismo.
Es posible que la clase dirigente española, y claro, como no, entre ellos los políticos, no estén entendiendo el mensaje.
Es atinado preguntarse qué va a pasar cuando el pueblo vote (o no) al PP o al PSOE y sigan padeciendo las consecuencias del capitalismo financiero del PP o del PSOE. ¿Un 2001 español?
Para hablar en términos de política argentina, estamos en un estadio que se puede equiparar a los finales de los '90, cuando el voto a Clemente, etc. Me parece francamente un disparate comparar esto con el 2001, aún falta mucho para eso. No digo que no lleguemos allí, pero aún no estamos en esas. Claro que, si la política sigue en la suya, como pinta que será, en cualquier momento estarán unos cuantos más en la calle gritando: "qué se vayan todos".
Hoy no se vislumbra ninguna figura con capacidad de encauzar los sentimientos de los que están en las calles de España, a lo largo y ancho del estado. El portavoz de este movimiento, Miguel Arana no parece querer capitalizarlo. Algunos políticos de la izquierda están intentando posicionarse. Por ejemplo algunos líderes de grupos de izquierda radical están llamando a la abstención de cara a las elecciones del 22M, pero no hay indicios de que estén en condiciones objetivas de lograrlo.
Nosotros ya lo vivimos, y sabemos muy bien que la abstención y el voto impugnado a propósito no conduce a nada. Los españoles aún deben hacer su propia experiencia. Además, estas elecciones son municipales, con lo que el tema ideológico queda un poco de lado. Las próximas, que serán las generales, esas ya serán otra historia. En ese momento el movimiento que se está gestando habrá cuajado, o se habrá evaporado ante la incapacidad de darle un cauce orgánico, y eso tendrá mucha más influencia de lo que muchos esperan.
Esperemos que este movimiento incipiente no se diluya, y la sociedad española no regrese al pasotismo habitual, sólo sacudido cuando no pueden fumar en un bar, o superar los 110Km en la autopista. Ojalá.
De momento ya empezaron a caminar, y por lo que veo esto que empezó es sólo el principio. Por cierto hay gente que está poniéndole mucha garra. Sobre todo la juventud, evidentemente.
Francamente creo que podemos afirmar que el dado, es un buen primer paso.
2 comentarios:
La comparación con Argentina 2001, para un argentino es inevitable. Por supuesto, cada proceso tiene sus peculiaridades, por lo cual el peso diferencial entre similitudes y diferencias, recae más en la voluntad del observador que en los hechos concretos, que ofrecen similitudes y diferencias a partes iguales.
De todos modos, me interesa una característica que atraviesa todas las manifestaciones masivas de los últimos años: el hartazgo hacia el divorcio entre la política y los intereses populares. A tal punto llegó ese divorcio, que se volvió moneda corriente ensalzar la valentía de políticos que tomaban medidas antipopulares.
De la Rúa fue un valiente que recortó un 13 por ciento las jubilaciones y promovió la ley de flexibilización laboral. Aznar, un valiente que llevó a su pueblo a la guerra (porque con sangre ajena, cualquiera es valiente), a pesar del clamor de su propio pueblo en contra de esa fantasmada. Fox le recriminó públicamente a Kirchner (desde México, porque la valentía es más valiente a la distancia) su falta de coraje para firmar el ingreso al ALCA. Créase o no, Fox llegó a la obscenidad de criticar el que Kirchner haya privilegiado la voluntad popular. Y lo dijo con esas palabras. Cobos fue, en su momento, un valiente, que hizo exactamente lo que le reclamaba el stablishment.
La valentía se convirtió en una extraña característica. Ya no la de pelear en inferioridad de condiciones, cual David contra Goliat, sino en aliarse a Goliat para apalear al propio pueblo. Desde hace unos cuantos años, ser valiente es ser fuerte con los débiles, y débil hasta lo arrastrado, con los fuertes.
Primero, nos robaron vidas, con una epidemia de dictaduras. Luego, nos robaron la economía. Y, para asegurarse ambos triunfos, nos robaron las palabras.
Lo que esta gente reclama es, en ese sentido, lo mismo que reclamábamos algunos argentinos en 2001: que Roma deje de pagar traidores.
No siempre las movilisaciones en las calles tienen el mismo significado ni las mismas motivaciones. No creo que se pueda comparar lo de España con lo que paso en Argentina en el 2001/2. Los españoles son mas respetuosos de las instituciones, podran haber algunos que pidan el "que se vayan todos", pero en gral lo que se esta pidiendo son mayores garantias para salir de la crisis, y si esas garantias se la dan algunos cambios de ruta o de ministerios iran por ese lado, sino iran al voto protestatario en las proximas elecciones. Tambien se vio en Grecia.
Juan Carlos Alarcon
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