Por Luis Paredes*
Recuerdo cuando regresé por primera vez al país luego de veinte años de exilio. Fue en la época en que gobernaba la Alianza y el Vice-Presidente, “Chacho” Álvarez, estaba en sus honrados trámites antes de renunciar. Ninguna elección política motivó esta vuelta, sino asuntos de estricto orden privado. Lo digo para que no exista ninguna asociación ilícita de pensamiento entre este punto y lo que hoy vive el país con “Votos no positivos” y una opinión, que sí tengo, de la Ética que un ciudadano debe respetar cuando es elegido para representar al pueblo en un cargo político que lo votó por el programa por el cual se comprometió a defender.Cuando salimos del aeropuerto, en el desvencijado coche de un amigo, tuve miedo por el carromato atado con alambre y una circulación caótica. En veinte años me había olvidado el poco apego que tenemos en el país por las mínimas reglas de transito.
Ya en la General Richieri sufrí los dos primeros encontronazos entre la realidad y los recuerdos. Al primero estaba en cierta manera preparado: un peaje. No ignoraba que el país se había “privatizado” y los ciudadanos para circular por el único camino, entre Ezeiza y la ciudad debían ahora pagar por un servicio público. En Francia, si se quiere circular por una autopista se paga, pero en paralelo a estas existen las ruta nacionales, casi siempre en muy buen estado y gratuitas. Quien tiene plata paga por el ahorro de tiempo y quien no, hace uso de lo que sus impuestos financian.
Pero el segundo golpe me encontró con la guardia baja. Un cross al mentón. Tardé un tiempo en reaccionar. Estaba mudo, ausente. Recordaba el: “Detrás de un largo muro gris”, ya no existía. La sucesión interminable de las Villas miserias, los montones de basura por donde hurgaban niños y mayores, animales sueltos, no solo los inefables perros famélicos, sino hasta burros y caballos que se escaparon de alguna línea de Cervantes cuando describía al “matungo” del Quijote. Figuras difusas, que podía sin embargo identificar como humanas, entre las chapas, cartones y el sinfín de objetos herrumbrados, quebrados por el uso, conjuntos incongruentes. Nada me decía que la Miseria podía ser alegre, a pesar de la soleada mañanita que nos acogía y la primavera ya presente.
Mi compañera trató de sacarme de mi mutismo. El contraste entre las efusiones de los reencuentros con los míos y mi ahora machucada jeta de boxeador grogui la preocupaba.
- Qué te pasa, me preguntó varias veces, y cuando pude articular una palabra, absorto por el paisaje de tanta desolación le contesté con una frase enigmática para ella. Mi compañera es francesa y se tuvo que aguantar tantos años de discusiones sobre la pobreza del país, de nuestras luchas y los amigos muertos, que como fantasmas sin sepultura se invitaban como siempre a las reuniones, almuerzos del domingo, cenas o fiestas de los exiliados, tantos eran, que les pedía permiso para pasar. Para ella ver la miseria que tanto le habíamos mentado no era una sorpresa. Le contesté y se lo tuve que repetir, casi a los gritos, el cachivache en el que viajábamos era un tambor de lata que un chiflado amasijaba sin piedad.
- El país esta perdido, ni siquiera tiene ahora vergüenza de la Miseria.
Lo que antes ocultaba el “Muro gris” lo conocía muy bien. No sólo había militado en ellas y los barrios pobres de los trabajadores. Si sobreviví también fue gracias a los Villeros que nunca me negaron su solidaridad, siempre fueron “los míos”.
Ocultar la Miseria fue una política de los Poderosos, y ofrecer ese espectáculo en la Richieri o al pie del Sheraton para ellos era insoportable. No se podía mostrar los gronchos, los cabecitas, la runfla descamisada a tan respetables extranjeros invitados o turistas. La rubia Argentina no era “El Tercer Mundo”. Y verbigracia, con el dólar como moneda nacional ya no les importaba un bledo. La Argentina era ya parte, tan solo para ellos, definitivamente de los “países civilizados”. La hipocresía de ocultar la Miseria, ya no formaba parte de sus habituales comportamientos.
Y ahora, justamente, con una Argentina que de manera caótica, es cierto, donde se comienza a vislumbrar la posibilidad de erradicar la Miseria, no hablo de la Pobreza que es similar, pero diferente, aquellos que pusieron todo su empeño en fomentarla, mantenerla y digamos, más cínicamente, “alimentarla”, descubren nuevamente, de la mano de una tan desacreditada Cúpula de la Iglesia Católica, que siempre bendijo las armas de los Masacradores, (no me refiero, evidentemente, a los honestos ciudadanos con o sin sotana, que profesan su fe con sencillez y dignidad), descubren nuevamente las virtudes de su sempiterna hipocresía.
Justamente ellos los Poderosos: Financieros, Terratenientes, grandes Industriales y su corifeo de lacayos, se desgarran las vestiduras, claman por “sus pobres” y sin que la cara se les caiga a pedazos de vergüenza, le piden al Gobierno “compasión” por ellos.
Y precisamente “protestan” contra las pocas medidas que abren la esperanza de un poco de futuro mas digno, la nacionalización de las Cajas Previsionales, la futura ley prometida para las fabricas recuperadas y sobre todo contra la Asignación Universal por Hijo. Pues el “terrible” fantasma de la inflación nos acecha, colgado de las ahora desprotegidas orejas del Profeta Mayor “Joe”.
Tengo una esperanza, que a nadie se le ocurra reconstruir ese Largo Muro Gris. Por lo menos así no existirá la excusa de no ver la Realidad, pero no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Sin ningún recato ni duda tiro la primera piedra, de ese pecado nuestra Generación esta absuelta. Y por algo es que nos metimos en la joda.
Ps: le agradezco al Compañero Juan Carlos Montenegro, que sus recuerdos me llevaron a los míos.
* Educador Social, miembro de Cara o Cruz.
8 comentarios:
Un bello texto. Da gusto leerlo, aunque describa cosas terribles. Gracias por aportar buena escritura.
buen post... en donde me hago socio???
si me lo permiten klaro...
att...
Estimado Luis:
Muy buenas sus palabras. Pensaba en las distintas motivaciones que van teniendo los muros: a veces, invisibilizan, siempre separan. Ojalá a nadie más se le ocurra construír uno, como usted dice, pero hay tanto miserable (de la miseria más jodida, la del alma)que lo más probable es que tengamos que ir a derribarlo, como el del Principado de San Isidro.
Al fin y al cabo, una incompleta y poco académica definición de la historia podría ser la de la lucha por derrumbar los muros de la injusticia y la exclusión.
Un gusto de haber disfrutado su lectura.
Saludos
Angel,
Gracias por el entusiasmo.
Podés encontrarnos y suscribirte en Cara o Cruz :
http://caraocruz123.blogspot.com/
Eva, Sujeto, transmitiré sus apreciaciones, aunque Luis lée "La Cooperativa".
Saludos a todos,
Eduardo.
Estimada Eva : Contesté a su correo.
Le pregunto si Usted lo recibio, ya que ultimamente muchos mensaje que envio no llegan, y con muchos de los que me envian pasa lo mismo.
Misterios de los electrones.
Un Abrazo Fraterno
L.P.
A "Sujeto de la Historia":
Estimado Compañero:
Tiene Usted razon en decir que la peor Miseria de aquellos que tienen tanto dinero que ni en 2 vidas podrian gastar, es la extrema indigencia de sus espiritus.
Pero, esto siempre fue asi tanto como su ferocidad sin limites. Y si aceptan una democracia, mismo imperfecta, es por que el Partido Militar, por el momento es inoperante. Recurren entonces al Partido Mediatico: "Miente, no importa, siempre algo quedara".
Le Saluda
L.P.
quiero asociarme, pero envié un mensaje a la dirección que se indica, y me rebotó. un abrazo
A los que enviaron solicitud de entrar a La Cooperativa y dicen que no tuvieron contestación, les ruego volver a mandar el mail que no ha sido recibido por mí. Es posible que se me pasen algunos mails, pero me parece que no han llegado. Por favor no utilicen la dirección de gmail sino la de fibertel, es posible que sea ese el problema. Igualmente voy a tratar de contactarme con ustedes buscando en su perfil. Gracias.
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