(Reflexiones sobre los Post “El argentino más pobre, sabrá de qué se trata el Bicentenario” y “Ajenos al Bicentenario”) de “La Cosa y la Causa”
Una maravillosa frase freudiana dice: “dilucidar el estado originario es siempre asunto de construcción”.
La construcción a la que alude es, justamente, la construcción mítica. Un recubrimiento del orden simbólico sobre el agujero de un origen perdido, una inscripción significante que opera organizando el mundo.
Eva Row escribe dos textos: uno, preguntándose, sobre el fondo de la inequidad de nuestra sociedad, qué implicará el Bicentenario para los excluidos del sistema, los expulsados de la economía, de la educación, del trabajo formal, de la atención digna de la salud; se interrogará sobre su registro. El segundo, en cambio, se refiere a quienes, desde una ubicación harto diferente en la escala social, sostienen una postura entre prescindente y negativa ante el acontecimiento.
Los dos textos, su mutua implicancia, llevan, entre varias, a una pregunta directriz: ¿Qué es lo se que festeja del Bicentenario? Puedo decir lo que hace eco en mí: lo que se festeja es el acto inaugural, mítico, de la fundación del “Nosotros”. Festejamos el parirnos a la historia, el Acto de constitución del Nosotros, diferenciado, disruptivo del estatuto previo, reacomodamiento de las significaciones preexistentes.
Porque de lo que se trata es de la eficacia simbólica, los efectos que genera.
Veamos un poco lo dicho en los textos enfocándolo desde esta hipótesis. Cuando Eva se pregunta por “el argentino más pobre”, y establece una dualidad especular entre el rico en desposeimiento y el burgués que más o menos flota (generalidad de quien escribe y leerá estas líneas), apela a –resumo- categorías del “tener”, relacionadas con la posición relativa ocupada, ya sea dentro ó en los márgenes de la sociedad; su pregunta, entonces, será si su situación cuasi paria hará que queden simbólicamente “por dentro” ó “por fuera”.
Cuando se / nos plantea la pregunta, especulo que, donde hubiera esperado un reconocimiento a la fecha y una adhesión, jóvenes escritores con blogs progresistas, populares, libertarios, encontró desdén y hasta desprecio.
Es decir, no sabemos si encontró respuesta a su primera pregunta, pero encontró lo que no hubiera querido encontrar en otro lado, lo que la llevó a escribir su “ajenos”.
Me parece sumamente interesante el “ajenos”. Porque, no recurro al diccionario, sino al lenguaje compartido por todos, lo ajeno es lo de los otros. Y notemos que veníamos hablando, si nuestra hipótesis es correcta, del nosotros. Entonces ya no hablamos del tener, hablamos del ser; es decir, hablamos del sujeto. Entonces, vale tanto para la pregunta por el excluido como para la del que se aparta.
Nacional y popular, Discépolo diría que, en el punto del sujeto, estamos como en Cambalache: en el mismo lodo, todos manoseaos. Ricos y pobres, cultos y privados de escolarización, al fin y al cabo, daremos una respuesta desde nuestra subjetividad, en virtud de nuestras novelas familiares, deseos, frustraciones, logros, fracasos, experiencias significantes que dejan su huella en nosotros.
Se podrá decir, como en el caso de los jóvenes que permanecen ajenos u opuestos que, como su visión de la historia les indica que no se trató de una auténtica revolución (como si de éstas hubieran existido muchos casos), no tiene sentido el festejo.
Quizá algunos de esos pobres extremos que mencionaba Eva no comprenda muy claramente qué es lo que se festeja, pero sepa que le concierne, mientras que probablemente algunos de nuestros jóvenes no se sientan identificados.
No deberían extrañar diferencias marcadas entre generaciones que hoy tienen 45 años y más, y quienes tienen menos de 35 años. Tanto el mundo en general, como Argentina en particular han experimentado enormes cambios culturales en una corta cantidad de años.
Tengo opinión formada sobre la Revolución de Mayo. No es relevante para nadie, salvo para mí quizá. Probablemente tenga algunos puntos de acuerdo y otros de desacuerdo con lo que piensan estos jóvenes. Es lo que menos importa.
Porque, en todo caso, también forma parte de la subjetividad festejar no solamente con lo racional, sino con lo emotivo. Está en juego el orden de la apropiación en su sentido pleno: el movimiento de hacer de algo lo propio. Un propio compartido: el nuestro.
Porque la patria no es solamente la historia y la política, son nuestros poetas, escritores, músicos, Madres, Abuelas, laburantes, estudiantes, los pibes.
No pienso regalar la palabra patria a los que siempre la tomaron como propiedad privada; tampoco voy a discutir con quien no se sienta convocado ni partícipe.
Simplemente se trata de festejar 200 años de nosotros; algunos se lo perderán.
Yo prefiero disfrutar de esta emoción.
Una maravillosa frase freudiana dice: “dilucidar el estado originario es siempre asunto de construcción”.
La construcción a la que alude es, justamente, la construcción mítica. Un recubrimiento del orden simbólico sobre el agujero de un origen perdido, una inscripción significante que opera organizando el mundo.
Eva Row escribe dos textos: uno, preguntándose, sobre el fondo de la inequidad de nuestra sociedad, qué implicará el Bicentenario para los excluidos del sistema, los expulsados de la economía, de la educación, del trabajo formal, de la atención digna de la salud; se interrogará sobre su registro. El segundo, en cambio, se refiere a quienes, desde una ubicación harto diferente en la escala social, sostienen una postura entre prescindente y negativa ante el acontecimiento.
Los dos textos, su mutua implicancia, llevan, entre varias, a una pregunta directriz: ¿Qué es lo se que festeja del Bicentenario? Puedo decir lo que hace eco en mí: lo que se festeja es el acto inaugural, mítico, de la fundación del “Nosotros”. Festejamos el parirnos a la historia, el Acto de constitución del Nosotros, diferenciado, disruptivo del estatuto previo, reacomodamiento de las significaciones preexistentes.
Porque de lo que se trata es de la eficacia simbólica, los efectos que genera.
Veamos un poco lo dicho en los textos enfocándolo desde esta hipótesis. Cuando Eva se pregunta por “el argentino más pobre”, y establece una dualidad especular entre el rico en desposeimiento y el burgués que más o menos flota (generalidad de quien escribe y leerá estas líneas), apela a –resumo- categorías del “tener”, relacionadas con la posición relativa ocupada, ya sea dentro ó en los márgenes de la sociedad; su pregunta, entonces, será si su situación cuasi paria hará que queden simbólicamente “por dentro” ó “por fuera”.
Cuando se / nos plantea la pregunta, especulo que, donde hubiera esperado un reconocimiento a la fecha y una adhesión, jóvenes escritores con blogs progresistas, populares, libertarios, encontró desdén y hasta desprecio.
Es decir, no sabemos si encontró respuesta a su primera pregunta, pero encontró lo que no hubiera querido encontrar en otro lado, lo que la llevó a escribir su “ajenos”.
Me parece sumamente interesante el “ajenos”. Porque, no recurro al diccionario, sino al lenguaje compartido por todos, lo ajeno es lo de los otros. Y notemos que veníamos hablando, si nuestra hipótesis es correcta, del nosotros. Entonces ya no hablamos del tener, hablamos del ser; es decir, hablamos del sujeto. Entonces, vale tanto para la pregunta por el excluido como para la del que se aparta.
Nacional y popular, Discépolo diría que, en el punto del sujeto, estamos como en Cambalache: en el mismo lodo, todos manoseaos. Ricos y pobres, cultos y privados de escolarización, al fin y al cabo, daremos una respuesta desde nuestra subjetividad, en virtud de nuestras novelas familiares, deseos, frustraciones, logros, fracasos, experiencias significantes que dejan su huella en nosotros.
Se podrá decir, como en el caso de los jóvenes que permanecen ajenos u opuestos que, como su visión de la historia les indica que no se trató de una auténtica revolución (como si de éstas hubieran existido muchos casos), no tiene sentido el festejo.
Quizá algunos de esos pobres extremos que mencionaba Eva no comprenda muy claramente qué es lo que se festeja, pero sepa que le concierne, mientras que probablemente algunos de nuestros jóvenes no se sientan identificados.
No deberían extrañar diferencias marcadas entre generaciones que hoy tienen 45 años y más, y quienes tienen menos de 35 años. Tanto el mundo en general, como Argentina en particular han experimentado enormes cambios culturales en una corta cantidad de años.
Tengo opinión formada sobre la Revolución de Mayo. No es relevante para nadie, salvo para mí quizá. Probablemente tenga algunos puntos de acuerdo y otros de desacuerdo con lo que piensan estos jóvenes. Es lo que menos importa.
Porque, en todo caso, también forma parte de la subjetividad festejar no solamente con lo racional, sino con lo emotivo. Está en juego el orden de la apropiación en su sentido pleno: el movimiento de hacer de algo lo propio. Un propio compartido: el nuestro.
Porque la patria no es solamente la historia y la política, son nuestros poetas, escritores, músicos, Madres, Abuelas, laburantes, estudiantes, los pibes.
No pienso regalar la palabra patria a los que siempre la tomaron como propiedad privada; tampoco voy a discutir con quien no se sienta convocado ni partícipe.
Simplemente se trata de festejar 200 años de nosotros; algunos se lo perderán.
Yo prefiero disfrutar de esta emoción.
1 comentario:
Sujeto,
que contesto en un post, gracias por todo!!!
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