domingo, 10 de abril de 2011

Preguntas, sólo preguntas


En Página/12 de hoy hay una nota de Martín Granovsky, "Mundos Paranoicos" absolutamente recomendable, nota que habla de la muerte de Humberto Ruiz, conocido como "Sapito" por sus amigos y vecinos de la Villa 31, por la negativa de una médica y el chofer de una ambulancia del SAME a entrar en la villa para asistirlo, aún con custodia policial.
La nota en cuestión va mucho más allá del hecho en sí, lo toma como un disparador para pensar, para preguntarse sobre la condición humana, sobre el derecho penal y sobre lo moral, sobre la responsabilidad de lo público y de lo privado.
Nos gustaría seguir por esa línea de interrogantes, ingenuos quizá, seguramente poco marketineros, pero que hacen al tramado de la vida cotidiana. Y en un año electoral, una posible pregunta sería: ¿qué se vota cuando se vota? Aquí sería muy útil la opinión de los amigos sociólogos y de los conocedores de la historia, pero podríamos presuponer un puñado de posibles respuestas: habrá quienes voten a una persona, por considerar que tiene las cualidades necesarias para el cargo que se elige; otros, en cambio, votarán por una fidelidad ya sea partidaria, ya sea ideológica, sin reparar tanto en la persona a elegir; quizá otro grupo vote de acuerdo a un programa de gobierno como eje rector, y también habrá quienes les importe más que no triunfe determinado candidato, o idea, o partido, orientando su voto hacia lo que se le oponga con mayor posibilidad de éxito. Esto, a enormes rasgos, e incluyendo las posibles combinaciones y grados (por ejemplo: "sacrificar" pureza ideológica considerando certeza de gobernabilidad, o necesidad de cambio de rumbo político).
Juguemos con algún ejemplo: ¿por qué alguien votaría a Macri ? Rápidamente cualquiera de nosotros armaría un perfil del típico votante PRO, de su aversión al Estado, del sesgo de un paraíso noventista perdido (para muy pocos) que se añora y se desea, de la defensa a ultranza de luz verde permanente para el capital, de la "libertad" abstracta y selectiva para el individuo, la "apertura al mundo" (es decir, a EE UU y Europa) y la adoración del dios-mercado.
Bien, hasta ahora, es lo esperable de "gente PRO". Pero, si se convirtiera en el opositor mejor posicionado, en el único con posibilidades de pelear un hipotético ballotage, ¿ recibiría el voto de, por ejemplo, personas (no hablo de militantes) que simpatizan con Proyecto Sur, con el arco de los partidos socialistas, con los sectores menos conservadores del radicalismo ? La pregunta se refiere a personas que no votarían al Frente para la Victoria, pero que también están, todas y cada una de ellas, dentro del campo popular. Descartemos la solución de compromiso, la salida facilista del voto en blanco: hay que elegir entre dos alternativas que no representan el ideal del hipotético votante, blanco o negro. Creo que aquí lo que surge es una elección tanto política como moral, porque optar por Macri es entregar el Estado para ser destruído, para ser, en tristemente célebres términos, ser "aniquilado". Desde este punto de vista, lo que está en juego en este ejercicio que proponemos, más allá de las preferencias, es el rol del Estado mismo, y la posibilidad o no de asistencia a los sectores más desfavorecidos de la sociedad.
Por eso la pregunta está planteada en términos de alguien que no es del PRO ni oficialista.
Volvamos a la nota de Martín Granovsky, preguntémonos con él acerca de la responsabilidad del Estado (el autor nombra tanto a CABA como a Nación) en lo ocurrido, preguntémonos (con la complejidad del caso, que yo al menos desconozco para abrir juicio) por la actitud de la médica y el chofer de la ambulancia negándose a entrar aún con custodia policial, y preguntémonos, de paso, qué tipo de Estado queremos construir. Tal vez sea una punta válida para poder pensar y decidir el tipo de país que se quiere.

6 comentarios:

Eva Row dijo...

Sujeto, yo creo que mucha gente vota por cuestiones muy distintas a impulsar con su voto un modelo de país.

Hay gente que vota porque es obligatorio y si no fuera así no iría a votar. Algunos de ellos lo hacen a disgusto, despreciando la política y desinteresándose de todo lo que deberían saber para votar. Otros lo hacen a gusto, porque aman cumplir con las obligaciones, pero igualmente no entienden nada, y votan a ganador, como si jugaran a la quiniela.

Ese nivel de consciencia también hay que tomarlo en cuenta. Y sospecho que son muchos más de los que creemos.

Siendo presidenta de mesa, después de pasado el minuto reglamentario, me paré a golpear la puerta del cuarto oscuro. Adentro estaba una persona conocida por mí. Salió enseguida con su sobre y votó. Cuando la ví en la calle me pidió disculpas y me dijo que no encontraba la boleta de Moria, a la que quería votar, por eso tardó tanto, pero que cuando yo le golpeé la puerta ella tomó el primer voto que tuvo en la mano y así votó.

Concientizar a los habitantes de su condición de ciudadanos es una tarea que no se hizo todavía como se debería.

Habándole a un descreído sobre las consecuencias del voto equivocado, me contestó ¿y qué puede cambiar un sólo voto, qué puede cambiar el resultado mi voto?

Anónimo dijo...

Creo que el mayor daño de las políticas del PRO, es abonar sobre conductas de la sociedad que precisamente se deberían erradicar. Al hospital van los de provincia, que se busquen una casa en el interior, yo tammbién quiero un terreno en recoleta, etc.

Jack Celliers dijo...

...del sesgo de un paraíso noventista perdido (para muy pocos) que se añora y se desea...

Me parece que se trata del lavado de cerebro que sufrió una generación. Que alguien pueda vivir de un trabajo y al mismo tiempo considerar un "paraíso" los '90 no se explica más que desde una profunda ignorancia, la misma que se achaca a "los villeros que votan por el colchón".

Hay una capa de trabajadores privilegiados, incluso privilegiados por el actual modelo, que no son funcionales a sus propios intereses sino a los del gran capital. Les ordenan que griten y gritan aunque no tengan motivos objetivos. El paraíso de referencia es aquel en el que Luigi Barrionuevo se reía en la cara del televidente afirmando que la plata no se hace trabajando. Los que hoy gritan en aquel entonces sólo atinaban a mover la cabecita y decir "qué barbaridad...".

Sujeto dijo...

Hola Eva
Muy cierto lo que decís; si tomé la nota de Granovsky fue porque hace pensar. Hay una constelación de motivos por los cuales una persona decide un voto, y pocas cosas más ciertas que la fábula del escorpión y la rana. Simplemente me pareció interesante la nota como disparador para pensar en el proceso de cambio cultural del que tanto hablamos, poder evaluar en qué punto estamos parados y en qué geografías (no podemos desconocer que si bien Urtubey ganó por afano, el mamarracho de Olmedo tuvo +/- el 26% en Salta).
Un Abrazo con el afecto de siempre

Sujeto dijo...

Anónimo:
No entiendo lo que querés decir.
Saludos

Sujeto dijo...

Hola Jack Celliers
Una hermosa canción de Serrat decía:
"no hay nada más bello que lo que nunca he tenido, y nada más amado que lo que perdí". Creo se le aplica a mucha gente, que dice que en los 90 estábamos mejor, ignorando que fue el tiro de gracia a la destrucción de la sociedad y el país.
Muy cierto lo que decís respecto a "privilegiados", el conocido mediopelo jauretchiano que abunda en estos pagos.
Gracias por tu comentario
Saludos